De ansiedad
y de angustia, siendo lo mismo, se habla de forma indistinta. Tal vez se sitúa
a la angustia más cerca de lo visible, de la emoción y las sensaciones, y la
ansiedad más cerca de las posibles causas.

Cuando se
dice "tengo angustia" se está más próximo de la idea del miedo, de la
opresión en el pecho, de la taquicardia, del sudor frío, de la sensación de
flojera y desvanecimiento.
Cuando se
dice "tengo ansiedad" o "estoy ansioso", tal vez se está
más próximo a la idea de las causas, el estrés, los problemas que se acumulan
sin llegar a resolverse, convirtiéndose en asuntos pendientes, el exceso de
asuntos a los que atender, la imposibilidad material de llegar a todo lo que
creemos que deberíamos llegar, el exceso de exigencias, tanto propias como
ajenas. Surge el deseo de escapar de todo lo que nos atenaza y queda fuera de
nuestro control.
Todo ello
se transforma en sentimientos de malestar, de poca valía personal o de poca
valoración social. Lo que cuesta más entender, aunque hay continuos ejemplos en
la vida diaria, es el paso del sentimiento al síntoma.
El
sentimiento no se da en el aire. Es un organismo el que siente, un ser humano,
y este sentimiento genera alteraciones
bioquímicas importantes. Lo contrario, tal vez, también sea cierto.
Por
ejemplo: Pongamos que necesita pedirle un aumento de sueldo a su jefe y que en
principio Ud. prevé que él no estará por la labor, pero a Ud. le es necesario,
y además lo ve justo. Quien haya estado en una situación similar habrá sentido
el nerviosismo de pensar (anticipar) que no le iban a recibir, que no sería
tomado en serio, que no sabría expresarse ... Lo que se conoce como una cierta
ansiedad anticipatoria, que si sigue creciendo tendría su manifestación
angustiosa, síntomas, como los descritos al principio.
Si en el
momento de entrar al despacho de su jefe se le hace una analítica de su
situación biológica, seguro que estaría alterada con respecto a su media
habitual. Una interpretación simplista achacaría su malestar a la alteración
bioquímica del momento, pero el sentido común nos dice que el desarrollo
histórico de un sentimiento no precede a su manifestación aguda.
Este
sufrimiento, la angustia, es uno de los que va en alza en la sociedad. No se
presta la atención adecuada, ya que es algo con lo que convivimos a diario,
como la inflación, la contaminación o los escándalos políticos que por goteo
llegan a hacerse familiares.
La angustia
es el goteo en la salud individual, que más tarde encontraremos en forma de
pequeños ladrillos como componente de dolencias de rango superior, tanto de las
llamadas psicosomáticas, o sea sin componente biofisiológico, como de las que
sí lo tienen.