
Hemos subido
hasta la copa y bajado hasta las raíces del tronco que nos arbola. Desde arriba
hemos visto que las cosas no son como nos hubiera gustado que fuesen, desde
abajo hemos consolidado y dudado lo recordado.
Conocedora de más
técnicas que yo mismo, se ha mirado y se ha visto, se ha criticado y se ha
querido tal cual. Ha terminado con un poco más de conciencia sobre sí misma.
Cuando vas por terreno llano, después de haber estado subiendo cuestas, con una pedalada de vez en cuando, es una gloria dejarse ir a vela, ya sin costosos esfuerzos, “sabiendo que nos pasa lo que nos pasa por lo que nos pasa”. Ya con la serenidad de estar ante algo no tan desconocido, aunque con la pereza de reposicionarnos ante la nueva familiaridad.
Testigo de
excepción, catalizador voluntario para extraer esencia de
presencia, viajero invitado a rutas ajenas, excepcionales, siempre nuevas,
siempre distintas, de inciertos finales, que de alguna forma también a mi me
construyen. Ese he sido yo una vez más.
Gracias.
Gracias.