Certificados EuroPsy de Psicología y de Psicoterapia
Desde este blog ofrezco mi ayuda en problemas de ansiedad, depresión, estrés, fobias y agorafobia, problemas con las dietas, problemas de pareja, psicosomáticos y para todos aquellos en que como psicólogo clínico e hipnoterapeuta puedo tratar de ayudar en la búsqueda de soluciones, con una atención personalizada ajustada a cada caso.
Consulta en Madrid,
c/Princesa, 3 Dupl. – 218
Teléfono 609005518
Terapia... lo difícil siempre es empezar
Ellos) - Hola,
buenas tardes.
Ψ) – Buenas tardes,
ustedes dirán que les trae por aquí.

Ψ) – ¿Y usted que
cree que le pasa?
Hijo) - Lo que diga
ella.
Ψ) – Bien, pues si
le parece me lo trae el jueves a las seis para que empecemos unas sesiones
individuales, en las que él irá hablando de lo que quiera hablar, y poco a poco
usted verá como va cambiando.
Madre) - Bueno, ya
veremos. Porque no estamos para gastar dinero en tonterías.
Ψ) – Como ustedes
quieran…
Metáfora: La protesta del camino

La presión era como
un tsunami que impulsaba las aguas por encima de la costa hasta los valles de
su ser, llenándolos con porquería ajena, con demandas inesperadas, rompiendo
sus esperanzas de paz y sosiego.
Se había ido
replegando bajo su piel. En su imaginación recorrió todos sus músculos,
centrándose en relajarlos…, aflojarlos…, desconectando del mundo. Con los ojos
cerrados contemplaba su bóveda craneal, oscura y serena. Se sentía cual nonato
que flotara en la seguridad del vientre protector de su madre.
Observaba su propia
respiración, cada vez más serena y tranquila, automática. Abandonado a la
ligera pesadez de su cuerpo, a su paz interior.
Fuera habían
quedado los problemas, las angustias, las amenazas. Sabía que no habían
desaparecido, que antes o después tendría que hacer algo, o no; pero ahora se
estaba tomando un descanso…, respiraba…, desconectaba…
Se sumió en una
reflexión de lo que había sido su vida, sobre las decisiones que había tomado y
sobre los caminos equivocados.
De repente un
camino airado se levantó serpenteante ante él provocando una nube de polvo. Le miró a
los ojos y le dijo: “Los caminos jamás nos equivocamos, sencillamente os
llevamos donde queréis ir, ¡desagradecido!”
Absorbió la
profunda mirada, y sin luchar con ella fue dejando que se acoplase en su interior
como parte de sí mismo; poco a poco fue sintiéndose más cómodo. Empezaba a amar
su camino tal como era, con sus partes fáciles y difíciles; sin él no habría
llegado donde estaba. Ahora sabía que cada vez que levantase un pie para dar un
paso, él estaría allí para darle soporte, para unir su pasado con su futuro,
como lo había hecho durante toda su vida, siempre atento a sus elecciones.
Volvió de su retiro
interno sereno y centrado, con la determinación de mirar directamente a cada una de sus dificultades, empezando por las más pequeñas para entrenarse; dispuesto a hacer algo, aunque no sabía muy bien qué; a tomar
las riendas de su vida aunque no sabía muy bien cómo, cargado de compasión para sí mismo y para con los
demás.
Etiquetas:
aceptación,
consciencia,
crecimiento personal,
hipnosis,
psicoterapia
Ubicación: Madrid
Calle de la Princesa, 3, 28008 Madrid, España
Metáfora: Elucubraciones
Estaba en aquel
magnífico salón minimalista mirando la valla del jardín a través de la amplia
cristalera.
Era una
urbanización de chalecitos muy tranquila. La criada le había dicho que esperase
allí, el señor tardaría un poco.
D. Teodoro era su
profesor preferido, tal vez porque siempre fue muy considerado con él y le
animó a estudiar. Dirigió su doctorado y le llevó de ponente a varios
congresos. Juntos organizaron varios seminarios.
En su interior le consideraba
como al padre que nunca tuvo. Aquel día se acercó a su casa con el pretexto de
consultarle sobre un proyecto, pero la verdad era que quería estar un rato con
él.
Empezaba a tardar,
se entretuvo ojeando un libro. La tarde se fue haciendo noche y no aparecía
nadie.
Vio salir a la
criada. La casa estaba a oscuras, salvo el salón. ¿Se habrían olvidado de él? ¿Le
habían dejado solo?
Poco a poco empezó
a captar el mensaje… su profesor no debía sentir por él nada parecido a lo que
él deseaba… -¿Tan poca cosa soy que me han abandonado? ¿Debería haber llamado
antes de venir?- Se dijo.
Avergonzado y
humillado salió de la casa por una ventana, pues habían cerrado la puerta con
llave. Saltó la valla y comenzó a caminar. Le venían a la memoria los momentos
en los que se había sentido rechazado; le inundaba la tristeza. De nada le
servía decirse que él también había rechazado a otros, que la vida es “un toma
y daca”.
Recordó la oración
de F. Perls “Yo no estoy en este mundo para satisfacer tus expectativas, tú no
estás para satisfacer las mías, si nos encontramos puede ser maravilloso; si no,
también…”; ¡mierda de Perls! ¿Quién era tan maduro para aguantar aquello? Desde
luego él no. Estaba jodido y punto. Se sentía dolido y ridículo. Había dado por
supuesto que su profesor también sentía algo por él, pero lo sucedido le decía
lo contrario…
A los tres días
recibió una nota que le llenó de sentimiento contradictorios, decía:
“Querido Juan, he
sabido por mi asistenta que estuviste en casa esperándome. Te ruega que la
disculpes por haberte dejado encerrado. Se puso muy nerviosa cuando le dijeron
que me acababan de ingresar por un infarto y salió corriendo para venir a verme
sin acordarse de que estabas esperándome. Tan pronto como me suelten te llamo y
hablamos. Un fuerte abrazo. Teodoro”
Metáfora: Reparto de carne
![]() |
El pueblo de los abuelos |
Luis vivía en una estresante ciudad en donde tenía
un trabajo de silla y ordenador que le exigía casi todo su tiempo. Trabajaba en
casa, muchos días no salía, o a lo más bajaba a la panadería: -Una barra por
favor. Gracias – podía ser su conversación más larga.
No quería seguir así, se ahogaba andando, le costaba
respirar, su enorme barriga le dificultaba mucho atarse los cordones de los
zapatos. Los médicos ya le habían dicho que tenía que perder peso pero se
sentía atrapado en sus rutinas. Necesitaba un cambio de aires; su vida le
estaba matando.
Se fue a vivir a la casa del pueblo de sus difuntos
abuelos, como primer cambio de los que tendría que hacer, aunque de momento no
sabía muy bien cuáles serían. Había roto con su trabajo y necesitaba ocuparse
en algo.
En la carnicería cercana a su casa le ofrecieron
hacerse cargo del reparto de los pedidos, – ¡Eso sí que es un cambio! - se dijo
a sí mismo, pero de momento no había otra
cosa.
La mayoría del casco urbano lo habían hecho
peatonal, los turistas estaban encantados, pero a él las posibilidades para
hacer su reparto se reducían a dos, hacerlo en bicicleta o andando; con su peso
no se atrevía a intentar lo de la bicicleta.
Los pedidos para repartir ya estaban preparados a
las 10h., y él, buen conocedor del pueblo en el que había pasado tantos
veraneos, se planificaba bien su ruta. Los primeros días repartió cargando las
bolsas a mano, tenía que parar de vez en cuando para recuperarse y tardó
muchísimo en hacer los repartos. El ejercicio y el sol de justicia de aquel
pueblo manchego le hacían empapar su frente, su espalda, sus sobacos, su
cintura…,”chorrrreaba”.
De no haber sido porque estaba trabajando, de buena
gana se hubiera bebido un par de dobles de cerveza, pero su ética le refrenó.
Los clientes, sobre todos los del final de la ruta,
se le quejaban al carnicero de que sus pedidos les llegaban menguados de peso,
se veía que habían escurrido jugo en el trayecto, y el carnicero les respondía
con sorna – ¡Pues no sabes cómo me vuelve el repartidor! -
La necesidad llevó a su mente la idea de ayudarse de
un carrito en su reparto. La cosa mejoró bastante, el trabajo se alivió, la
caminata resultó más ligera.
A Luis el trato con la carne se le hizo desagradable
y lo que menos quería era encontrársela en su comida. Por fortuna para él aquel
pueblo tenía una buena vega y muy ricas verduras, hortalizas y legumbres, casi
se hizo vegetariano, salvo por el pollo y algo de pescado.
Su forma de comer cambió, le seguía costando alejarse
del azúcar, pero aprendió el truco de acordarse de los problemas que tuvo su
madre con la diabetes para alejarse de ella.
Se volvió responsable en su forma de comer.
Pudo encontrar otro trabajo mejor, y aprendió que
debía evitar a toda costa volver a ser tan sedentario como antes, ya no dejaría
de andar, aunque ahora por gusto.
Como sabía que era olvidadizo se ayudó de un aparatito
que llevaba siempre y le informaba de su actividad, para saber si estaba
cumpliendo su objetivo de ejercicio o debía corregirse.
Al cabo de tres meses de disciplina pudo decir con
gozo:
¡Ya me puedo atar los cordones de los zapatos!
Etiquetas:
conductas alternativas,
control peso,
hipnosis,
metafora,
psicoterapia
Ubicación: Madrid
Calle de la Princesa, 3, 28008 Madrid, España
Metáforas

Semejanza,
interacción y sustitución de elementos son el andamiaje de las metáforas.
Vivimos inmersos en
una “gran metáfora”. Las noticias que nos llegan del mundo, cuanto más lejano
al nuestro, menos semejante nos parece, menos nos sensibiliza y menos nos
activa. La proximidad favorece la identidad, la lejanía la diferencia.
Los libros, los cuentos,
los chistes, las fábulas, las historias del barrio, las patrias y los libros
sagrados desprenden sugestiones, a veces imperativas como mandatos que educan,
estructuran, orientan y señalizan valores, ofrecen una visión del mundo.
Bullimos con lo que nos bullen.
Con lo que nos
rodea construimos nuestra visión del mundo y sobre nosotros mismos. No es raro
que este constructo llegue a hacerse doloroso e insalubre.
Se hace necesaria
entonces una contra metáfora sanadora, que ofrezca una visión del mundo
vivible, alternativas posibles al alcance del sufriente.
Aprendemos
imaginando. No podemos dejar de usar imágenes, aglomeradas en conceptos, ni
aunque nos digan que no lo hagamos:
“No pienses en un elefante verde”….
Las metáforas se
construyen con los mismos ladrillos que se usan en la vida común: la
imaginación, la semejanza, la suposición, la simplificación… Pueden ser
escritas o narradas. La narración, si consigue transmitir emoción y veracidad
se acepta más fácilmente.
La efectividad de
la metáfora va a depender del narrador, del oyente y de sus circunstancias.
Las circunstancias
referidas a la vivencia del oyente, su problemática, sus necesidades e incluso
su relación con el narrador.
El oyente aporta su
disposición, su interés, su atención, su implicación, que se verían favorecidos
por una bajada de nivel de su alerta defensiva, para lo que podría ayudarse de
la hipnosis o al menos de la relajación.
El narrador ha de
considerarse a sí mismo como parte de la ecuación que considera tanto al oyente
como a sus circunstancias y elegir la metáfora que mejor pudiera ayudar en la producción de un
“insight” sobre la problemática a
resolver.
Las metáforas las
hay generales como las que se pueden encontrar en los libros, o hechas a medida
del que escucha. Ambas pasan por el filtro interpretativo del destinatario.
En este blog voy
colgado metáforas originales que hice a medida de unas personas, por si pueden
ayudar a otras.
Habrá quien piense
que con una metáfora no se mueve nada, “pero se mueve”.
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Sobre metáforas:
“Guiones y estrategias
en hipnoterapia” de Roger P. Allen
“El empleo de
metáforas en psicoterapia – 101 Historias Curativas” de George W. Burns
“La magia de la metáfora”
de Nick Owen
“Para la mujer -50
ejercicios de sofrología” de Dr. Jean Audouin y Joëlle Souffir
Fábulas, de Esopo;
de Félix M. Samaniego,…
Infinidad de
cuentos…
Acceso a la consulta desde la Plaza de los Cubos en la calle Princesa de Madrid
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acceso,
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princesa,
psicologia,
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