Antes de nada, aclarar que cuando hay síntomas
físicos, lo indicado es acudir al médico, y cuando este descarte etiologías
orgánicas, es el momento de plantearse acudir al psicólogo o al psiquiatra
porque lo más probable es que estemos ante un problema psicosomático.
Ante cualquier problema se demanda una solución
inmediata, no importa que el problema tenga años de historia. Un joven recién
salido de la adolescencia me preguntaba por el “truco” para ligar. Otro, no tan
joven, quería no ponerse nervioso nunca y también pedía que le vendiera el
“truco”. Trucos para la ansiedad, para dejar de fumar,… para todo lo
imaginable. Pareciera que los trucos debieran ser las “pastillas” de los
psicólogos.
Si conseguimos superar la frustración que suele
producirse en la primera sesión por el choque entre las expectativas y las
posibilidades, lo que puede ir surgiendo al hilo del desarrollo de la
psicoterapia son sugerencias motivadas (“trucos”). Me explicaré mejor con
ejemplos...
Dos trucos para
el ataque de pánico:
En el ataque de pánico, los pacientes se aterrorizan
porque en determinados momentos tienen la sensación
de no poder respirar, de que les falta el aire, de que no pueden hinchar
plenamente los pulmones. Esto se acompaña de un desequilibrio en los gases de
respiración, demasiado CO2 y sensaciones que les alarman.
Tratan de solucionarlo forzando una respiración
torácica, es decir, introducir aire en los pulmones a fuerza de mover las
costillas, pero la ansiedad, los famosos “nervios”, deja la caja torácica como
bloqueada, como que no se mueve o lo hace muy poco, dando la sensación de que
no se puede respirar. Si se hiciese una respiración diafragmática, subiendo y
bajando el estómago, no importaría si las costillas se mueven o no.
En la respiración intervienen en distinto grado,
tanto un tipo de respiración como el otro. El caso es que pocas personas tienen
conciencia de su respiración diafragmática, y en la angustia de la supuesta
asfixia no es el momento para aprender, y menos acuciados por una taquicardia galopante.
El miedo puede bloquear y suspender toda actividad,
incluso la de respirar, entrando de ese modo en un bucle, la sensación de falta
de aire dispara el miedo y este el bloqueo.
La paradoja es que la causa por la que se requería
más oxigeno para ejecutar no se sabe qué acción, queda oculta tras tanto
síntoma.”¿Qué fue lo que me asusto?”
─“Truco”
para la sensación de asfixia:
Respirar por la boca, despacio, y tomando pequeños “traguitos
o chupitos de aire”, sin prisas, para sobrevivir e ir viendo que sigues
respirando. Llegará el momento, cuando menos te lo esperes, esto es, cuando te
relajes un poco, en el que verás como vuelves a tener la sensación de plenitud
en los pulmones. No tengas prisa.
Aquí hay que
aprovechar para hacer ver que normalmente no respiramos “a pleno pulmón” y no
nos preocupa porque confiamos en nuestros automatismos corporales, hasta que el
miedo nos quita la confianza en nuestro cuerpo y pasamos a vigilarlo para no
perdernos la más mínima pulsación, no vaya a ser que esa sea la última. Y a más
vigilancia, más angustia, inevitable.
Otras veces lo que asusta es la sensación de mareo, de despersonalización...
Lo contrario del bloqueo respiratorio es la
hiperventilación, las causas son similares a las del bloqueo respiratorio,
situaciones temidas, rechazadas o la anticipación de las mismas. El miedo,
antes bloqueaba (asfixia), ahora prepara al cuerpo para la acción, oxigenando
más la sangre, aumentando la frecuencia respiratoria y la cardiaca.
Si el miedo no sigue su curso con una respuesta, ya
sea correr, atacar u otra cualquiera, la
química de nuestro cuerpo queda alterada, hemos tomado demasiado oxígeno para
nada, y nos sentimos mal. En la consulta es muy fácil de demostrar a los
pacientes, les pido que hiperventilemos a dúo…, y nos mareamos. La conciencia
de la situación para la que se estaba preparando nuestro cuerpo no aparece,
pero sí la del mareo que se produce con una respiración alterada, excesiva; una
hiperventilación.
Contrariamente a la situación anterior ahora el
equilibrio se rompe por la abundancia de oxigeno.
─“Truco”
para la sensación de mareo:
Respirar despacio, o respirar con la nariz y la boca
dentro de una bolsa de papel, o respirar en el hueco de las manos sobre la
nariz y la boca. Así introducimos menos oxigeno y nos vamos calmando.
Solución: Investigación de la idiosincrasia del
paciente, descubrimiento y toma de conciencia de las verdaderas causas,
aceptación, búsqueda de soluciones y práctica antes de las dificultades. Resumiendo,
psicoterapia.
El artículo me parece muy atinado y útil. Aparte de la explicación del problema, que es muy pedagógica, las soluciones que aporta son de gran ayuda para quien está en esa situación.
ResponderEliminarGracias Carlos por haberte leído este texto que al final quedó demasiado largo para internet.
ResponderEliminarMe alegro de que te parezca útil.
Un saludo